En los últimos dos siglos y medio, parte de la panorámica parlamentaria ha sido la figura de escribas, transcriptores o taquígrafos que desde entonces han permitido registrar y divulgar debates, argumentos y -si los hay- acuerdos de las sesiones parlamentarias. Dar constancia de quiénes estuvieron presente, qué propusieron, cuáles fueron los argumentos de quiénes se opusieron, siempre encierra un sentido de posteridad que toda institución colegiada aprecia.
Más allá de los métodos y las cambiantes circunstancias políticas, mientras más pueda amplificarse estas crónicas, más posibilidades hay de dar a conocer la acción de gobierno a los demás miembros y actores de la sociedad.
Esta tradición con el paso de los años se ha especializado, y más allá de las resistencias de los autoritarismos a ser escrutado, ha llegado a nuestros días como reflejo del interés público en la deliberación política. Con lo cual inexorablemente, se incorpora a los ciudadanos en la deliberación.
De hecho, observar la dinámica política desde esta perspectiva tan cercana a la lucha de visiones e intereses, muchas veces ofrece una percepción amplia y cotidiana, que muy difícilmente se pueda llegar a tener si se cubre cualquier otra fuente de información. De aquí la importancia del rigor profesional y sentido de entorno político que se debe desarrollar al momento de manejar la información por parte del periodismo. De modo que no se puede entender un parlamento mínimamente democrático sin estos mensajeros profesionales.
El periodismo parlamentario en Venezuela
Para muchos periodistas, cubrir la fuente parlamentaria constituye un paso importante en sus carreras. Además de estar en primera fila ante esta lucha política, también implica tener la capacidad de lidiar con la complejidad propia de la profesión en medio de la pluralidad de intereses que inciden en esta arena. Lo cual en suma, representa un gran desafío para el rigor y la objetividad de su trabajo. Sin embargo este periodismo parlamentario independiente, en contextos autoritarios, resulta un obstáculo para la narrativa procesada, hegemónica y agresiva con la discrepancia de toda dictadura. Tal como ocurre en Venezuela con la expansión de la “revolución bolivariana”.
En Venezuela, con el deterioro sostenido de la institucionalidad democrática, ser periodista asignado a esta fuente ha terminado siendo una de las actividades profesionales de más alto riesgo. Los periodistas hoy son un objetivo político. Realidad robustamente documentada por organizaciones como Human Right Watch o Reporteros Sin Fronteras. Su labor de buscar la información, según el testimonio de los propios periodistas venezolanos, representa un máximo nivel de exposición a la violencia represiva del estado. Ya que en la lógica premoderna del chavismo, cualquier labor que estimule el escrutinio ciudadano, entraña una realidad amenazante.
Luego de varias entrevistas realizadas a periodistas de la fuente, en todas ellas pudimos constatar la idea que ejercer el periodismo o la investigación en Venezuela, además de ser un desafío, demanda el desarrollo de técnicas no convencionales, no tan solo para entender y explicar mejor el entorno, sino también como recurso necesario de supervivencia en el oficio. En un contexto autoritario como el venezolano, todo es política y la política termina condicionándolo todo, incluso hasta la continuidad profesional y en algunos casos la propia libertad individual.
En este marco confrontacional, el periodismo parlamentario en su esfuerzo por comunicar, ha sufrido en primera persona esta documentada vocación dictatorial de un ideario político que percibe la discrepancia como un escollo que debe ser silenciado. De aquí la encomiable labor cotidiana de los reporteros, que a pesar de tal esquema de amenaza y vigilancia permanente, siguen a día de hoy con su misión de informar.
“En Venezuela, con el deterioro sostenido de la institucionalidad democrática, ser periodista asignado a esta fuente ha terminado siendo una de las actividades profesionales de más alto riesgo. Los periodistas son hoy un objetivo político. Xavier Rodríguez Franco“
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“…resguardar la presencia del periodista en cada sesión parlamentaria, es también una forma de resistencia democrática que nos concierne a todos.” Xavier Rodríguez Franco“
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¿Por qué resguardar al periodismo parlamentario?
La imagen que tiene la ciudadanía de su representación parlamentaria, en muchas ocasiones y sin darnos cuenta, se debe a un trabajo que habitualmente es invisible para la opinión pública, y que se debe principalmente a la labor del periodista. En su mística para entrevistar, transmitir en vivo y resumir las incidencias desde el hemiciclo o los pasillos de las comisiones, se fundamenta la idea que muchos ciudadanos tenemos sobre el Parlamento y la política en general.
La presencia de un periodista en un parlamento, es en si mismo un mensaje de democracia, de interés colectivo en los asuntos públicos y su manejo institucional. Ellos comunicarán un debate, una propuesta de ley, un informe de investigación o un discurso, información que en su conjunto forma parte del patrimonio documental de todos. De hecho, la información que manejen no le pertenece ni a ellos, tampoco a las bancadas, ni a los diputados, es el relato contingente de todos y la crónica viva del tiempo que nos toca compartir en sociedad. De aquí que las leyes, las instituciones y la ciudadanía preserve su integridad y su permanencia en cada sesión.
Cabe destacar que en buena medida, gracias a su tenacidad y profesionalismo, después de dos décadas de autoritarismo, la Asamblea Nacional sigue siendo hoy el último poder público que todavía tiene presencia de medios de comunicación independientes en Venezuela. Por lo que resguardar la presencia del periodista en cada sesión parlamentaria, es también una forma de resistencia democrática que nos concierne a todos.
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