Con el respaldo de la Senadora Adriana Muñoz y la Congresista Camila Vallejo, conjuntamente con el “Equipo de Género” de la Biblioteca del Congreso Nacional, esta iniciativa editorial busca “relevar el legado político de las mujeres que han estado y están en el Congreso Nacional” y que han participado en la historia política chilena desde 1949. Tanto en los avances democráticos, como en los retrocesos autoritarios del país, su legado parlamentario ha quedado impreso inexorablemente en la historia chilena.
“La chilena fue es una sociedad que desde el año 1934 legalizó el voto femenino y en 1949 ofreció la posibilidad para que una mujer pueda postularse a elecciones parlamentarias y presidenciales”
Esta valiosa y necesaria iniciativa documental permite a la ciudadanía tener un mayor conocimiento sobre ese grupo de parlamentarias, que a lo largo de la historia política contemporánea chilena, han dejado grandes aportes legislativos en las más diversas materias, más allá de todos aquellos tópicos asociados a la lucha por los derechos de las mujeres. Una sociedad, que desde el año 1934 legalizó el voto femenino y en 1949 ofrece la posibilidad para que una mujer pueda postularse a elecciones parlamentarias y presidenciales.
En sus páginas pueden conocerse reseñas biográficas compiladas cronológicamente de las 109 senadoras y diputadas que representan a día de hoy solo el 2.7% de la totalidad de parlamentarios que en 209 años de vida institucional, ha tenido el Congreso chileno. Lo cual pone en evidencia la disparidad que persiste aún en la presencia política de la mujer en la vida deliberante y en otros órdenes sociales.
Si bien esta publicación representa un edificante estímulo de documentación, que podría inspirar iniciativas editoriales similares en otros países, en la lectura de estas reseñas puede identificarse un estilo de redacción que enfoca la acción de cada parlamentaria de una manera homogeneizadora y alineada con una perspectiva contemporánea del movimiento feminista, que no siempre ha sido tan unívoca a lo largo de los años y más aún entre los distintos partidos políticos que han representado. Lo cual brinda una perspectiva algo discrónica que deja poco espacio para conocer criterios individuales en otros ámbitos que no sea legislación familiar y la “defensa de los derechos de las mujeres”.
Este aspecto es especialmente saliente si consideramos la importante variedad de Comisiones permanentes tanto del Senado como de la Cámara de Diputados (1951 – 2018) en las que han participado y el interés que pudiera despertar, la posibilidad de conocer más a fondo sobre sus pensamientos individuales en materias como minería, política sanitaria, legislación laboral o política exterior.
Por lo general las motivaciones para que cualquier ciudadano o ciudadana incursione en la vida pública, en especial en la dinámica legislativa, más allá de ciertas coyunturas históricas, pocas veces suelen resultar tan similares que puedan ser casi todas homologables a las demandas de un movimiento social y político que a lo largo de la historia ha ido cambiando y diversificándose. Reivindicaciones que en algunos casos y en ciertos temas han planteado una importante disparidad de criterios y en no pocas ocasiones, acciones colectivas que lesionan principios fundamentales del estado de derecho, como por ejemplo ocurre con las controvertidas asignaciones de cuotas y cómo estas debilitan en la práctica el principio de igualdad ante la ley.
Sin embargo, el esfuerzo documental de este libro, independientemente de esta observación metodológica, es encomiable y sería de gran valor que esta iniciativa editorial pudiera ser replicada por otras sociedades en las que la mujer, en el marco de sus reivindicaciones colectivas, así como también considerando sus posturas individuales, ha traído y sigue trayendo valiosos aportes para la construcción de una institución parlamentaria cada vez más integradora de la vida democrática de nuestro tiempo.
