Por Facundo Galván* y Fernando Domínguez Sardou**
El Congreso Nacional ha dado estos días un paso decisivo al habilitar la posibilidad de sesionar con presencias mínimas y la incorporación de canales virtuales. La Argentina se suma así al grupo de países que mantuvieron activos sus poderes legislativos pese a la pandemia de Covid-19. También se ha zanjado así la polémica mediática instalada sobre la actividad del Poder Legislativo. Sin embargo, el problema no es exclusivo del orden nacional. Algunas provincias avanzaron en este sentido y otras no, indagar sobre sus realidades nos brinda una mirada más federal sobre el problema de “legislar en pandemia”.
En la vida legislativa de las provincias nos encontramos, a grandes rasgos, con cinco tipos de realidades. Más allá de la distinción genérica (las que sesionan y las que no), creemos que vale la pena indagar más sobre los diferentes matices de cada una de ellas, aun a sabiendas de que este ejercicio cuenta con escasa vigencia ya que sus realidades cambian día a día.
En primer lugar, se observa que Chaco, Jujuy, La Pampa, Neuquén, San Juan y Tucumán, junto a la Cámara de Diputados correntina, mantuvieron sus sesiones presenciales, al enmarcar su actividad legislativa en las excepciones previstas para el período de aislamiento social preventivo y obligatorio, y al tomar los recaudos requeridos de distanciamiento social.
Otro grupo se destaca por estar en pleno debate sobre la modificación de sus reglamentos internos para poder iniciar sesiones virtuales, tal como ocurre en las legislaturas de provincia de Buenos Aires, Chubut y Tierra del Fuego.
Por otra parte, se encuentran aquellas legislaturas que, como lo recientemente ocurrido en el Congreso Nacional, han avanzado hacia modalidades virtuales en su actividad. Mendoza fue la pionera en este camino, no solo al habilitar el trabajo en comisiones, sino también sesionando y aprobando legislación de forma virtual desde principios del mes de abril. Desde ese entonces, en distintos grados, 10 de los 24 distritos de nuestro país han dispuesto distintos grados de actividad parlamentaria a distancia, manteniendo sesiones virtuales, estableciendo protocolos para ello o tomando las decisiones para hacerlo en el corto plazo. Otras decidieron mantener una parte del trabajo legislativo (como por ejemplo la labor en comisiones) por medios virtuales, y de esa manera avanzar con los requisitos de la vida legislativa. Finalmente, en Río Negro, Formosa y el Senado de Corrientes la actividad legislativa está suspendida y, por ahora, no hay sesiones ni escenario claro sobre la dinámica.
Independientemente de la decisión de migrar a una modalidad enteramente virtual (como el caso mendocino nos ilustra) o mantener la actividad presencial, existen otras posibilidades que pueden ser exploradas, como la llevada adelante por Misiones, que desarrolla sesiones virtuales en las que los legisladores trabajan solos desde sus despachos pero en la Legislatura. Ante la dificultad de poder verificar y controlar la seguridad de las decisiones tomadas por estos medios –y garantizar la correcta verificación de las identidades de los diputados y sus votos en las sesiones–, provincias como Santa Cruz establecieron que las votaciones sean nominales, mientras que otras como Misiones recurrieron a mecanismos de firma digital. Lo que se ha evidenciado en los casos que mantuvieron activa la labor legislativa es tanto un amplio acuerdo interpartidario entre los representantes, con un elevado nivel de confianza mutua que la garantice. Legislar en pandemia requiere acuerdos, y para lograrlo es necesario que quienes fueron electos para ser nuestros representantes exploren las alternativas que les permitan hacerlo en estos tiempos que corren.
Publicado en el portal argentino Perfil.
*Politólogo y docente en las carreras de ciencia política en la Universidad Católica Argentina, USAL y Universidad de Buenos Aires
**Docente en las carreras de ciencia política en Universidad Católica Argentina, USAL, USAL y Universidad Nacional Tres de Febrero (UNTREF)