El parlamento solía ser llamado por John Locke el “poder príncipe” precisamente en alusión mordaz, al espacio deliberativo donde debería residir la genuina soberanía y al mismo tiempo la forma más efectiva de contención al poder. Reivindicando la importancia de este ámbito político en la arquitectura repulicana venezolana, desde el Ayuntamiento colonial hasta la actual Asamblea Nacional, Ramón Guillermo Aveledo, hace una revisión analítica excepcional del devenir de nuestra historia política, visto desde el Poder Legislativo. En este texto, podemos vislumbrar como el parlamento a lo largo de los años, ha sido en ocasiones protagonista estelar de la política venezolana y en otros momentos simple actor de reparto frente a los personalismos en sus diversas formas y su impronta en los asuntos públicos.
Con una narrativa audazmente oscilatoria entre la perspectiva constitucional y l a perspectiva de la historia de las ideas políticas modernas, este texto busca examinar la historia deliberante venezolana y sus aportes para la construcción democrática.
Dividido en tres partes, el texto va evaluando cronológicamente las fases del Poder Legislativo, con referencia al diseño institucional plasmado en las distintas constituciones que ha tenido Venezuela. La primera parte, evalúa los detalles organizacionales y funcionales del antiguo ayuntamiento español, así como los momentos históricos de tensión, convención y supresión que ha vivido el Congreso frente a los caudillismos decimonónicos. En la segunda parte, se aborda la etapa que va desde la Constitución de 1961 hasta la Asamblea Nacional Constituyente encargada de la redacción de una nueva carta magna en el año 1999, siendo parte de este espacio temporario vivido muy de cerca por el autor.
Finalmente, en la tercera parte, cundido de una apremiante noción de presente, plantea sus perspectivas sobre el futuro parlamentario que debería darse el país, incluso plantea importantes argumentaciones sobre la improbabilidad del parlamentarismo como sistema político para Venzuela.
Si bien los parlamentos venezolanos, han estado presentes en las 26 constituciones que ha tenido el país desde la de 1811, este ámbtio ha sido testigo excepcional de la accidentada vida socio-política del país a lo largo de los años. Su actuación si bien ha sido interrumpida abruptamente en ocasiones, en otros episodios ha encarnado el entusiasmo del “espíritu constituyente”.
En cualquier caso, a pesar de tantas afrentas el Parlamento reviste un papel central en el debate político nacional, en la gestión democrática de la diversidad y será actor central en la reconstrucción democrática del país, al que tendremos que acudir una y mil veces.